Tras 25 años de intensa y continuada práctica de yoga me siento instructora, el hecho de haber profundizado tanto en esta milenaria y maravillosa senda me infundió la ilusión de empezar un proyecto, tuve la iniciativa de convertirme en profesora y transmitir los beneficios importantes que me ha aportado.
He empezado en Estocolmo, ciudad que me acoge desde hace casi dos años, con un grupo de mujeres en su mayoría esposas de diplomáticos, ellas proceden de culturas muy distintas, pero compartimos el deseo de que nuestro cuerpo y nuestra mente nos transporten hacia un mayor bienestar y más confianza. Este año he podido comprobar a través de mis clases cómo mis alumnas desarrollaban mayor sensibilidad física, concentración, fuerza, flexibilidad y un mayor contacto con sus cuerpos..
Me siento agradecida a maestros como Carlos Rui de Portugal de quien aprendí a realizar las posturas buscando el alineamiento y al mismo tiempo fluir, Godfrey Deveraux de Inglaterra con quien aprendí a realizar la práctica con suavidad, sin forzar, buscando la armonía en cada postura, y experimentando que el yoga podría ser un baile, una meditación en movimiento. En Estocolmo aprendo de Suddesh y Ratishees de India a profundizar, a entrar dentro de cada postura,
Yolanda Andrés Sebastián.
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